EL BULO ORIGINAL: LO QUE RÍOS CARRATALÁ DIJO EN LA SER

Publicado el 13 de agosto de 2025, 5:35

Una entrevista que sembró y publicitó falsedades previas durante años

 

Introducción: cuando la ironía encubre la mentira

En una de sus entradas más cínicas, publicada en mayo de 2020, Juan Antonio Ríos Carratalá se burlaba de la web que abrí para defender la memoria de mi padre, Antonio Luis Baena Tocón. Esa respuesta pública —recogida en mi blog con el título Una web, una dignidad y un bulo que no cesa— no surgió por capricho ni por nostalgia familiar. Fue una reacción directa a años de silencio, desprecio, tergiversación y falsedades que comenzaron mucho antes.

Y si hay un momento concreto que marca el inicio de ese relato distorsionado, ese momento fue la entrevista concedida por Ríos Carratalá a Radio Alicante, de la Cadena SER, en 2016.

Durante aquella intervención radiofónica, difundida sin derecho a réplica, se enunciaron una serie de afirmaciones gravemente difamatorias, que luego aparecerían de forma casi calcada en artículos, entrevistas y libros. La misma cadena argumental —basada en datos incorrectos y conjeturas ideológicas— se repite desde entonces como si fuera verdad establecida.

Esta entrada no es solo un ajuste de cuentas con la desinformación. Es un ejercicio de memoria: no la que se invoca como bandera política, sino la que nace del deber de no dejar que la calumnia se convierta en historia.

 

El audio original: lo que se dijo en antena

La entrevista sigue estando disponible en la web de la Cadena SER:
Escuchar entrevista – Radio Alicante, Cadena SER (2016): https://play.cadenaser.com/audio/085RD010000000025650/


Transcripción y comentario detallado en mi web:
www.antonioluisbaenatocon.es/l/nos-vemos-en-chicote-2016-y-2025 y en la entrada anterior:

https://www.antonioluisbaenatocon.es/l/una-web-una-dignidad-y-un-bulo-que-no-cesa/

A continuación, algunos fragmentos especialmente relevantes, seguidos de su desmontaje.

❌ Frase 1: “Era voluntario, no se le obligó a hacer nada”

Una afirmación sin base documental.
Mi padre regresó del exilio en 1939 y fue llamado a filas, como tantos otros, para cumplir el servicio militar obligatorio. No se presentó por convicción, sino por necesidad y deber. Afirmar que fue voluntario es falsear el contexto histórico y personal.

❌ Frase 2: “Era funcionario sin estudios, un trepador dentro del aparato franquista”

Ninguna de esas afirmaciones es cierta.

Mi padre sí tenía formación, y accedió al funcionariado tras aprobar una oposición, tiempo después de su servicio militar. No era funcionario ni entró, por tanto, para hacer carrera funcionarial, No entró por designación, enchufe ni "mérito ideológico" u "oposición patriótica” como sugiere Ríos. La entrevista lo presenta como una caricatura: ambicioso, servil y sin escrúpulos, sin aportar una sola prueba.

❌ Frase 3: “Participó como secretario del consejo de guerra contra Miguel Hernández”

Falso. Anronio Luis Baena Tocón nunca fue secretario de ningún consejo de guerra, ni de Miguel Hernández, ni de ningún otro. Lo que existió fueron anotaciones en causas militares, en el puesto que le tocó como secretario adscrito a un juez instructor, en la fase previa del procedimiento. Esta distinción es fundamental, y ha sido omitida o manipulada intencionadamente por Ríos. Su relato e interpretación es muy personal; de todos modos, sea como fuere y para ser fiel a su relato tiene que crear un monstruo.

❌ Frase 4: “Formaba parte del engranaje represivo del franquismo”

Otra afirmación ideológica sin pruebas de Ríos.
Se le incrusta en un supuesto “sistema represor” como si hubiera sido una figura clave, cuando en realidad fue un joven militar de reemplazo, sin cargos de responsabilidad. Su vinculación al régimen franquista no fue ideológica, sino consecuencia de la época que le tocó vivir tras perder a su propio padre —mi abuelo— asesinado por motivos religiosos al principio de la guerra.


Un periodista, una voz sin contraste

La entrevista en Radio Alicante fue conducida por el periodista Carlos Arcaya, quien no solo dio voz a Juan Antonio Ríos Carratalá en aquella ocasión, sino también en otras entrevistas igualmente distendidas y sin el más mínimo contraste. La voz de un catedrático en los medios da prestigio, claro. El problema no es que se le escuche, sino que se le crea automáticamente, sin cuestionar nada de lo que afirma, incluso cuando se trata de acusaciones graves hacia personas que ya no pueden defenderse.

Carlos Arcaya es —curiosamente— uno de mis contactos en Facebook. Un “amigo” digital que no conozco personalmente, pero que sí forma parte de esa red donde se entrecruzan voces, relatos y silencios. Ríos no encajó bien este dato: llegó a quejarse en el juicio civil de octubre de 2024 en Cádiz que teníamos amistades comunes en redes sociales. Una queja irrelevante, impropia del nivel que se le presume, pero reveladora: no le gusta que sus voceros, intencionados o no, escuchen otras versiones o pongan en evidencia la falsedad de la suya.

Tiempo atrás, incluso llegué a felicitar públicamente a Arcaya por su cumpleaños. Por Messenger le dije —medio en broma, medio en serio— que a ver si me daba una entrevista a mí. Me dio las gracias por la felicitación, pero no respondió a lo de la entrevista. Y lo entiendo: Ríos da morbo, yo no. Como me dijo mi procuradora, el catedrático genera clics; yo, en cambio, solo reclamo una verdad incómoda.

¿Acuso a nadie directamente de las campañas de ataques, suplantación de identidad, insultos o amenazas que he recibido desde entonces? No. Pero me reservo el derecho a pensar —y a decir— que cuando se lanza una piedra con tanta visibilidad y se esconde la mano, otros recogen esa piedra y golpean por ti.


Conclusión: una historia mal contada, un honor vulnerado

Lo que comenzó como una entrevista informal se convirtió en la piedra angular de una campaña de descrédito que ha durado casi una década. Bajo la apariencia de análisis académico, se han difundido afirmaciones sin fundamento que afectan directamente al honor de una persona fallecida y a su familia.

La historia no se escribe desde la conjetura.
La memoria no se defiende desde el prejuicio.
Y el ejercicio de la libertad académica no puede servir como coartada para mentir impunemente.

Esta entrada no busca censurar a nadie. Busca que la verdad tenga, al menos, el mismo espacio que la mentira.

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