MILI CON VACAS Y DOBLE VARA DE MEDIR

En 1980, el año previo a su servicio militar, Euskadi Ta Askatasuna (ETA) asesinó a 93 personas. En 1981, año en que Ríos Carratalá hizo la mili, ETA mató a más de 30, entre militares, guardias civiles y civiles. Fue un período en el que los uniformados eran objetivos directos de atentados. El fallido golpe del 23-F añadió un clima de tensión y temor a un país todavía en transición política.

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CUANDO HABLAN DE “LOS SECRETARIOS”, ESTÁN HABLANDO DE MI PADRE

Indirecta pero identificable. En esta entrada, Ríos no menciona el nombre de mi padre, pero sitúa a los “secretarios del Juzgado Militar de Prensa” como agentes activos de la acusación. Esa estrategia funcional vuelve a ubicarlo implícitamente como protagonista de la acción acusatoria: un cargo regulado que él transforma en acto voluntario.

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PANFLETOS, OMISIONES Y TRILERISMO ACADÉMICO

No empecé yo. Se impuso un relato ideológico de Ríos Carratalá y amplificado. Mientras a Ríos le abrían puertas, a mí me las cerraban. Que le pidan explicaciones de lo que alegó sobre mí para que nadie me diera voz, porque yo no tuve la oportunidad de pronunciarme… No pedí borrar archivos ni reescribir la historia: pedí rectificar falsedades documentales. Ese fue el “pecado imperdonable”. Véase (1) y (2).

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SILENCIOS SELECTIVOS: PODER, ABUSO Y PROTOCOLOS DE PAPEL

“Hace unas semanas, el periodista Íñigo Domínguez publicó un par de artículos en El País sobre las supuestas andanzas del escritor José Luis Martín Vigil (1919-2011) en el marco de los abusos sexuales encubiertos por la jerarquía católica. El tema, por obvio desde mi juventud, apenas me interesa, pero en esta ocasión leí con atención lo publicado el 20 de marzo de 2023 y el pasado 5 de abril. Los testimonios de las víctimas eran tan dramáticos como concretos…”

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CALABUCH, LOS TOROS Y EL SESGO DE UN ARTICULISTA MEDIOCRE

“Vista la tauromaquia en las tres películas, rodadas casi simultáneamente en pleno franquismo, es obvio que quienes rechazamos la «fiesta nacional» por múltiples razones también podemos encontrar referentes en este pasado de hambre y miseria, donde hacerse torero, boxeador o algo similar era la única forma de «triunfar»… La alternativa a ese triunfo, a menudo imposible, era ser un hambrientito, aguantar las burlas de quienes acudían a las corridas bufas o, en el mejor de los casos, ir de pueblo en pueblo con una vaquilla que corría el riesgo de caer resfriada.”

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