
Título original de Ríos Carratalá: Los consejos de guerra de Miguel Hernández
Fecha: lunes, 27 de marzo de 2023
Enlace: varietesyrepublica.blogspot.com/2023/03/los-consejos-de-guerra-de-miguel.html
Fragmento destacado del texto de Ríos Carratalá
“Gracias al Ministerio de Defensa y la Universidad de Alicante, hace un año pude presentar la publicación de Los consejos de guerra de Miguel Hernández.
El volumen magníficamente editado incluye la reproducción facsimilar de los dos sumarios instruidos contra el poeta y un extenso estudio sobre los mismos, que me sirvió de base jurídica e histórica para la redacción de Las armas contra las letras, la próxima monografía donde analizo los consejos de guerra seguidos contra escritores, periodistas y dibujantes.”
Comentario crítico inicial
Antes de entrar en detalle, resumo lo que me parece más discutible del texto de Ríos Carratalá:
1. Apropiación institucional
Presume de contar con el aval del Ministerio de Defensa y de la Universidad de Alicante. Que Defensa se prestara, pese a la polémica abierta desde 2019, solo se entiende porque entre 2022 y 2023 la única versión difundida en los medios fue la suya. A mí no se me dio voz.
2. Confusión interesada
Se apoya en Gutmaro Gómez Bravo y Henar Alonso Rodríguez (historiador y archivera), entre otros, para mezclar documentos con opiniones personales, ideología y ficción académica. Esa mezcla le permitió y le permite seguir manipulando casos como el de mi padre en Nos vemos en Chicote.
En junio de 2025 circuló además un vídeo titulado Archivos e investigación de la memoria familiar, producido por la Asociación de Archiveros de Andalucía y difundido por el propio Ríos. Allí, los mismos intervinientes abundan —con tono compungido y sin datos contrastados— en la versión que él lleva años promoviendo: la del académico víctima, incomprendido y censurado. Nada más lejos de la realidad.
3. El rigor ausente
RC asegura que su objetivo es dar a conocer con “el mayor rigor posible” el periplo trágico de Miguel Hernández. En eso nada que objetar: la represión franquista fue brutal. Pero cuando le toca hablar de mi padre, el rigor desaparece: lo que llama “imprecisiones” son falsedades graves.
4. Memoria parcial
La represión franquista existió, pero también la republicana. Mi abuelo, Francisco Baena Jiménez, fiel funcionario de la República y creyente, fue asesinado con cinco tiros. Mi padre estuvo varias veces a punto de correr la misma suerte. De todo esto, Ríos calla, porque no encaja en su relato.
5. La contradicción
En otros trabajos llegó a escribir que Miguel Hernández murió “por culpa de un secretario que sabía que pedía la condena máxima”, frase que le encanta repetir y difundir, y a la que me referiré en otras entradas. Ahora matiza: “por culpa de la miseria carcelaria”. Esa ligereza para cambiar la causa y, de paso, difamar gratuitamente a mi padre y/o a otros, es lo que convierte su relato en una injuria disfrazada de historia.
Réplica narrativa crítica: “Consejos de guerra, ficciones de archivo y un rigor muy selectivo”

El 27 de marzo de 2023, Ríos Carratalá volvió a presumir (y lo seguido haciendo a posteriori) de su gran obra: Los consejos de guerra de Miguel Hernández.
En su relato agradece al Ministerio de Defensa y a la Universidad de Alicante la publicación del volumen con los sumarios facsimilares del poeta y se coloca como garante de un “rigor jurídico e histórico” que —según dice— sirvió de base para su futura monografía Las armas contra las letras. El académico satisfecho, rodeado de sellos oficiales y apoyos institucionales.
Hasta aquí, todo muy solemne. Pero conviene levantar la alfombra.
Ese supuesto “rigor” se sostiene en una estrategia clara: mezclar archivos con opiniones, documentos con ideología, hechos con ficción. Y no lo digo solo yo: lo escenificaron, por ejemplo, Gutmaro Gómez Bravo y Henar Alonso Rodríguez (Historiador y Archivera), en aquel coloquio convertido en espectáculo que denuncié en la entrada de mi blog 👉 Cuando el archivo se convierte en relato: respuesta a una historia mal contada.
El problema no es que publique los sumarios de Miguel Hernández —publicar documentos siempre es necesario—, sino que utilice ese escaparate para legitimar otros trabajos suyos donde el rigor desaparece. Como en Nos vemos en Chicote, donde incrustó a mi padre, Antonio Luis Baena Tocón, como una pieza fundamental, que nunca fue tal, en un engranaje represivo de la posguerra inmediata.
La ironía es sangrante: Ríos Carratalá agradece al Ministerio de Defensa la colaboración, cuando ese mismo Ministerio fue escenario en 2019 de la polémica por las falsedades que yo denuncié. Pero claro, desde 2019 y entre 2022 y 2023 (e incluso posteriormente) la única versión difundida en medios fue la suya. A mí no se me escuchó. Así es fácil hacerse pasar por la única voz autorizada: silencio para las víctimas incómodas, altavoz para el catedrático.
Y luego está la cuestión de Miguel Hernández. Hoy Ríos Carratalá asegura que murió “por culpa de la miseria carcelaria”. Nada que objetar: la represión franquista fue brutal e inhumana. Lo que resulta inaceptable es que, en ese juego de causas y responsabilidades, se haya llegado a colocar el nombre de Baena Tocón como si fuese culpable de esa miseria y no se diga nada del silencio del “buenismo” republicano... Y lo más grave: en otros trabajos llegó a escribir que la culpa fue de “un secretario que sabía que con sus palabras pedía la condena máxima”. ¿Quién era ese secretario? Según su relato, mi padre. Del hambre al secretario, de la cárcel a la difamación: un juego macabro de palabras que engorda bibliografías, pero no hace historia.
Lo que Ríos Carratalá llama “imprecisiones” son en realidad injurias graves. Y lo más grave aún: mientras denuncia —con razón— la brutalidad del franquismo, calla la del otro bando. Porque también fueron asesinados miles, como mi abuelo Francisco Baena Jiménez, secretario del Ayuntamiento de Torrelaguna, fiel funcionario de la República y creyente. A él lo mataron de cinco tiros (no los nacionales, sino los mismos republicanos por ser creyente y disconforme con los actos de barbarie y asesinato que por su cargo supo que iban a realizar). A mi padre intentaron matarlo varias veces. ¿No merece también esa memoria?
La respuesta sectaria y guerracivilista es obvia: no, no la merece, porque no encaja en el guion ideológico. En la memoria de Ríos Carratalá hay espacio para homenajes, facsímiles y presentaciones solemnes… pero no para las víctimas que estropean la épica de su relato.
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