LA LIBERTAD DE CÁTEDRA NO CUBRE LA FALSEDAD

Publicado el 2 de agosto de 2025, 16:32

Entrada original de Juan Antonio Ríos Carratalá: “Olvido digital vs. Historia (IV)” (31 de julio de 2019)


Enlace: https://varietesyrepublica.blogspot.com/2019/07/olvido-digital-vs-historia-iv.html

 

Tipo de alusión
Directa, aunque sin nombrar explícitamente.
Ríos se refiere a la resolución de la Universidad de Alicante y al debate sobre el derecho al olvido, usando mi caso como ejemplo de censura encubierta. Elude cualquier explicación sobre las falsedades que motivaron mi recurso, y rehúye el daño causado, envolviéndolo todo en una supuesta cruzada por la libertad académica.

 

Estrategia discursiva
• Utiliza el concepto de “libertad de cátedra” como escudo frente a toda crítica, incluso cuando esta se refiere a datos falsos, no a ideas.
• Oculta que la Universidad de Alicante, en primera instancia, reconoció la legitimidad de mi queja.
• Presenta el conflicto como una lucha contra la censura, sin explicar que lo que se pedía era la corrección de errores factuales.
• Exagera su papel como víctima de una supuesta persecución ideológica.
• Se apropia de la historia como patrimonio exclusivo, ignorando que él mismo la había tergiversado.

 


Puntos discutibles o falsos

  1. Equipara sus textos con “documentos históricos intocables”, lo cual es intelectualmente deshonesto.

  2. Omite que la resolución inicial le daba la razón a mi reclamación, aunque luego fuera revocada por la presión interna.

  3. No dice que su versión de los hechos fue publicada en prensa antes de que yo fuera siquiera notificado oficialmente.

  4. Plantea un falso conflicto entre el derecho al honor y la libertad de cátedra, como si fueran siempre incompatibles.

  5. Se presenta como un académico perseguido, sin reconocer la campaña mediática orquestada desde su entorno con respaldo institucional.


Réplica narrativa: La libertad de cátedra no cubre la falsedad
En julio de 2019, Ríos Carratalá cerraba su serie sobre el “olvido digital” con un texto más político que académico.
Se arropaba en la “libertad de cátedra”, pero evitaba responder a la cuestión principal: ¿por qué difundió falsedades sobre mi padre?

Hablaba de censura, pero no decía que la propia Universidad de Alicante, en primera instancia, reconoció la legitimidad de mi queja.
Hablaba de transparencia, pero omitía que me enteré de la resolución definitiva por la prensa, antes de que la Universidad me notificara.
Hablaba de historia crítica, pero se limitaba a colocar sus opiniones personales por encima de los hechos verificables.

Lo que yo defendí entonces, y sigo defendiendo ahora, no fue borrar historia alguna, sino distinguir entre la historia documentada y las invenciones ideológicas.

Y hay un dato que no puede ignorarse:
La presión que ejerció Ríos Carratalá desde los medios que amplificaron su relato sin contrastarlo fue solo una parte del problema. La otra fue el ecosistema universitario que lo respaldó por afinidad ideológica o por inercia corporativa, sin verificar nada de lo que decía. Catedráticos y profesores de otras universidades replicaron su versión como dogma, algunos incluso con buena fe, convencidos de que se trataba de un caso de censura académica.
Tuve que corregir personalmente a más de uno, incluso a quienes me conocían y me apreciaban, porque ni siquiera se molestaron en comprobar los hechos.
Así operan las redes de poder en la universidad: cuando un colega con tribuna señala a un supuesto enemigo, muchos se alinean sin preguntar.

¿Consecuencias del poder académico?
No siempre es la verdad la que se impone. A veces lo que triunfa es quien grita más, quien tiene más tribuna, o quien más se victimiza.

La libertad de cátedra no es licencia para mentir.
Ni para manipular.
Ni para etiquetar como enemigo de la verdad a quien se atreve a señalar tus errores.

Crea tu propia página web con Webador