
Entrar en la librería Planeta ZOCAr, en plena Plaza Vargas de Jerez, es entrar en un universo aparte. No es una simple librería de segunda mano: es un laberinto de más de medio millón de libros, apilados desde el suelo hasta un techo que no es precisamente bajo. Los pasillos obligan a retroceder y buscar recovecos para dejar paso, y en medio de ese caos ordenado reina Chencho, Florencio Ríos, que se mueve como dueño y guardián de ese templo cultural. Nada se le cae, todo lo encuentra, y siempre tiene una palabra amable, una paciencia infinita y una sonrisa para cualquiera que entre.
La última vez que fui, el viernes pasado, llevé a mi nieto. Flipaba con aquel desorden que solo Chencho sabe ordenar. Se entusiasmó con un manual de adiestramiento de perros, mientras nos cruzábamos con un italiano que buscaba misales antiguos en español y latín. Eso es Planeta ZOCAr: un lugar donde se encuentran libros de todas las temáticas, desde lo más práctico a lo más insólito, y donde uno se topa con personajes de lo más variopinto.
Allí, en efecto, van muchos “personajes curiosos”. Yo mismo lo he dicho alguna vez para describir la fauna humana que puebla la librería, siempre con simpatía. Pero curioso resulta que, cuando apliqué esa misma expresión para referirme a Ríos Carratalá, su abogado lo considerara un insulto (entiendo que a instancias suyas) en pleno juicio civil, el 14 de octubre de 2024, recriminándomelo ante la jueza. Está grabado en vídeo por el Juzgado. Patético e irrisorio, como poco.
Fantasmas y primeras impresiones
La librería es también famosa por sus fantasmas. La prensa local y nacional la ha retratado como “la librería encantada”: libros que se desploman solos, murmullos en la penumbra, sombras que cruzan los pasillos. Hasta Cuarto Milenio se dejó caer allí y habló de un supuesto pintor, José de Montenegro, muerto en la antigua posada La Paz, o incluso de enterramientos árabes bajo el edificio (pero creo que esto último no es cierto pues los enterramientos se hacían extramuros). Chencho, entre incrédulo y resignado, lo cuenta con naturalidad. Entre el pintor Montenegro y Chencho Ríos hay muchas similitudes en sus vidas que no cuento para no alargarme y hay quien piensa que el librero (que fue ilustrador de Diario de Cádiz durante años) es la reencarnación del pintor...
La primera vez que entré, en las Navidades de 2019, buscaba algún ejemplar de Miguel Hernández firmado con alguno de los seudónimos que utilizó, o tal vez carteles de la Guerra Civil. Encontré mucho más: a Chencho con su ironía anarquista. Le conté mi conflicto con Ríos Carratalá y el hostigamiento que arrastraba entonces. Su consejo fue directo y sarcástico: “Autopercíbete mujer, denúncialo por acoso y lo solucionas rápido”. Una salida propia de su humor, que en el fondo retrataba la absurdidad de nuestra época.
Ese mismo día, entre estrecheces de pasillos y libros que formaban murallas, conocí a dos alumnas universitarias de la UA. Charlaban sobre sus trabajos académicos. Les pregunté si conocían al catedrático Juan Antonio Ríos Carratalá. Una de ellas contestó al instante: “no”. La otra dudó, miró a su compañera y preguntó: “¿el tocamuertos?”. Ahí estaba. No podían darme más información, pero el mote me pareció un resumen perfecto.


Consejos, caminos y decisiones
A lo largo de estos años he recibido muchos consejos, algunos bienintencionados, otros desahogados, como el comentado de Chencho. Incluso curiosamente el de dos médicos distintos y que no me esperaba, cada uno por su cuenta, me aconsejaron “atajos” para acabar con el problema: uno me recomendaba darle un buen puñetazo, de esos que habrían dejado los “piños” de Ríos clavados en mi puño; el otro, que “una paliza” en su momento me habría salido más barata y más efectiva que tantos pleitos. Lo más triste es que desgraciadamente creo que habría sido así, pero no daré nombres, por respeto a ellos, pero ahí quedaron las palabras.
No obstante, no soy de esos caminos. No me avergüenzo de ser cristiano, y he aprendido de mi abuelo, asesinado en 1936 por sus colegas republicanos por ser creyente, negarse el asesinato de inocentes de la localidad donde vivía y a ayudar a los que sabía que iban a matar, y de mi padre, con quien quisieron hacer lo mismo, que mantuvo esa fe en tiempos de dificultad. No le deseo mal a nadie, realmente ni siquiera a ese señor que ha hecho tanto daño con sus falsedades. Pero el cuarto mandamiento dice honrar padre y madre, y si yo callara ante las injurias y calumnias contra mi padre y mi abuelo, no los estaría honrando como merecen.
Me habría bastado con una rectificación sencilla y pública, fruto de un mínimo contraste documental. Pero Ríos prefirió el chuleo ideológico, el fanatismo ególatra, prolongando un daño que no es solo personal y familiar, en todos los sentidos, , sino también daño público. Porque falsear la historia no es un ejercicio académico, es una irresponsabilidad que daña la dignidad de las personas y la verdad de un país.
Una metáfora viva
Una conversación con Chencho Ríos puede ser muy agradable y enriquecedora, con él se puede hablar de todo, aunque no se compartan opiniones porque es una persona que sabe lo que es el respeto. Por la gente que entra en su local de todo tipo de nacionalidades se le puede preguntar ¿qué opina de cómo se vive aquí la inmigración, y de cómo los políticos hablan de ella en sus despachos?; de si la política fuera una librería, cuántos estantes estarían llenos de cuentos y cuántos de manuales de enriquecerse a costa del pueblo ?; de con medio millón de libros a su alrededor, ¿qué historia cree que se escribiría hoy sobre España, una farsa o una novela picaresca?….
Hoy, Planeta ZOCAr corre riesgo de desaparecer. El contrato de alquiler vence en septiembre de 2025 y la empresa propietaria ya ha mostrado su falta de interés en renovarlo. Si se pierde, no solo Jerez pierde una librería: perdemos todos un refugio.
Planeta ZOCAr es más que un local lleno de libros y leyendas. Es una metáfora viva: entre pasillos imposibles, entre fantasmas y entre encuentros inesperados, sobrevive una resistencia frente al olvido. La terquedad de seguir adelante aunque las circunstancias empujen a rendirse.
Quizás por eso me siento tan ligado a esa librería. Porque como ella, también lucho por mantener en pie una verdad que muchos preferirían enterrar bajo toneladas de silencio. Y porque sé, con certeza, que mientras existan lugares como este, siempre habrá rincones donde los libros, los fantasmas y la dignidad sigan dando la batalla.

Para más información sobre la librería: https://www.lavozdelsur.es/ediciones/jerez/fantasma-desalojo-sobrevuela-libreria-horrores-jerez_340350_102.html
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