Persecución religiosa y anticlericalismo violento en España (1936)

Publicado el 19 de octubre de 2025, 10:46

La magnitud y complejidad de un odio ideológico que golpeó a religiosos y laicos

 

1. Raíces profundas del anticlericalismo español

Los ataques contra la Iglesia en 1936 no surgieron de la nada. Fueron la culminación de un anticlericalismo con larga trayectoria histórica, alimentado por tensiones sociales, ideológicas y políticas.

  • Desde la Revolución de 1868 y las desamortizaciones, la Iglesia fue percibida por amplios sectores progresistas y anarquistas como un pilar del antiguo régimen.

  • La Segunda República Española (1931–1936) intensificó esta tensión:

    • La Constitución de 1931 impuso un modelo laico estricto que limitó el papel público de la Iglesia.

    • La disolución de la Compañía de Jesús (1932) fue un símbolo de este enfrentamiento.

    • En 1931 y 1934 se produjeron oleadas de quema de conventos y templos.

  • Sectores radicalizados —anarquistas, socialistas revolucionarios y comunistas— identificaron a la Iglesia con el conservadurismo político, sin distinguir entre instituciones religiosas y personas individuales.

👉 Este clima acumuló un odio latente que estalló con violencia cuando se derrumbó el aparato estatal republicano en julio de 1936.


2. Julio–diciembre de 1936: persecución sistemática

Con el inicio de la Guerra Civil Española tras el alzamiento militar del 17–18 de julio de 1936, la violencia anticlerical alcanzó niveles sin precedentes.

Según Antonio Montero Moreno (Historia de la persecución religiosa en España 1936–1939) y datos de la Conferencia Episcopal Española:

  • 13 obispos asesinados

  • 4.184 sacerdotes diocesanos

  • 2.365 religiosos

  • 283 religiosas

  • Más de 3.000 laicos católicos ejecutados por motivos religiosos o simbólicos

👉 En total, más de 7.800 víctimas identificadas directamente por motivos religiosos, sin contar profanaciones, saqueos personales y públicos, torturas y destrucciones materiales.


3. Los laicos: víctimas invisibles de una violencia ideológica

Además de religiosos, miles de laicos católicos fueron asesinados simplemente por practicar su fe o por ser percibidos como “enemigos de la revolución”, incluso cuando eran republicanos leales o no tenían filiación política.

Un ejemplo personal es el de Francisco Baena Jiménez, funcionario republicano y abuelo paterno del autor, asesinado en Torrelaguna (Madrid) por milicianos de la Confederación Nacional del Trabajo y la Federación Anarquista Ibérica, que acompañaban a la Columna Republicana Del Rosal.

👉 Estos casos muestran que:

  • El odio anticlerical no distinguía ideologías personales: bastaba con ser católico practicante o tener símbolos religiosos en casa.

  • Muchos funcionarios, maestros y ciudadanos fueron señalados por asistir a misa, por pertenecer a Acción Católica o por proteger a religiosos perseguidos.

  • Las ejecuciones se producían tras simples denuncias o listados elaborados por comités revolucionarios. De esos listados y de quién los elaboraba se habla poco o nada en ciertas versiones académicas complacientes.

Ejemplos documentados de asesinatos de laicos católicos:

  • Maestros y maestras rurales que se negaron a retirar crucifijos de las aulas.

  • Médicos, abogados y funcionarios republicanos practicantes (como Francisco Baena Jiménez).

  • Campesinos y obreros denunciados por rezar o por proteger a perseguidos.

  • Familias enteras fusiladas por negarse a profanar imágenes religiosas.


4. Impulsores del clima de odio anticlerical

A. Corrientes ideológicas radicalizadas

  • Anarquismo revolucionario (CNT y FAI)

  • Socialismo revolucionario (sectores radicales del Partido Socialista Obrero Español)

  • Comunismo (Partido Comunista de España)

  • Masonería política y republicanismo laicista radical

B. Cultura popular anticlerical

Décadas de confrontación habían dejado una base social propicia a ver en religiosos y laicos católicos enemigos de la causa.

C. Colapso estatal

El poder real recayó en comités locales y milicias revolucionarias. La violencia se desbordó sin control ni legalidad.


5. Tipos de ataques

  • Asesinatos: de religiosos y laicos tras detenciones arbitrarias.

  • Profanaciones: templos saqueados, cementerios ultrajados, imágenes destruidas.

  • Prohibición de cultos públicos.

  • Simbología: quema de crucifijos y procesiones satíricas.

Ejemplos emblemáticos:

  • Destrucción de iglesias en Madrid, Valencia y Cataluña.

  • Profanación de la Catedral de Barbastro.

  • Ejecución de comunidades religiosas completas (como los claretianos de Barbastro).

  • Casos de funcionarios y vecinos ejecutados por mantener signos de fe.


6. Reacción y consecuencias

  • Miles de religiosos y laicos fueron beatificados por Iglesia católica como mártires del siglo XX.

  • La historiografía contemporánea pretende reconocer a todas las víctimas, pero en la práctica el sectarismo selectivo persiste en amplios sectores académicos y mediáticos.


7. Línea temporal básica de la persecución religiosa en 1936

8. Fuentes historiográficas utilizadas y recomendadas

  • Montero Moreno, Antonio. Historia de la persecución religiosa en España 1936–1939 (BAC, 1961).

  • Payne, Stanley G. La revolución y la guerra civil española (2006).

  • Álvarez Tardío, Manuel. Anticlericalismo y libertad de conciencia en la Segunda República (2002).

  • Casanova, Julián. La Iglesia de Franco (2001).

  • Gibson, Ian. La República Española y la Guerra Civil (1977).

  • Graham, Helen. La Guerra Civil Española (2005).

  • Documentación de la Conferencia Episcopal Española y archivos vaticanos.

 


📝 Conclusión

La persecución religiosa de 1936 no fue un fenómeno aislado ni improvisado. Fue el resultado de décadas de tensión ideológica, social y política; una de las más intensas de la Europa contemporánea. Afectó a religiosos y a laicos, muchos de ellos leales a la República o ajenos a toda militancia política, y destruyó templos, símbolos y vidas.

👉 Ese episodio marcó profundamente la memoria colectiva. Y, sin embargo, algunos hoy intentan ocultarlo, minimizarlo o manipularlo.

Resulta indignante —y produce una profunda vergüenza ajena— comprobar cómo, casi un siglo después, ciertos catedráticos universitarios utilizan la memoria de aquella tragedia de forma sectaria y asimétrica. Hablan con solemnidad de unas víctimas —las suyas— mientras silencian, tergiversan o desprecian la memoria de otras igualmente reales y dolorosas.

Ejemplo paradigmático es Juan Antonio Ríos Carratalá, que construye relatos parciales, atribuye motivaciones sin prueba y reviste sus interpretaciones de un supuesto “buenismo académico” que en realidad enmascara un sesgo ideológico profundo.
En su discurso, mi abuelo Francisco Baena Jiménez, funcionario fiel a la República asesinado por milicianos anarquistas, queda reducido a una pieza manipulable dentro de un relato que solo reconoce víctimas en un lado de la historia.

Este doble rasero moral, camuflado de “libertad de investigación” y “defensa de las víctimas”, no dignifica a nadie: ni a las víctimas seleccionadas, ni a las olvidadas, ni a la universidad que ampara discursos de este tipo sin rigor.

 

Fotografía: Cruz como las que se han empeñado en derribar y que recuerdan también a republicanos caídos por Dios y por España, como Francisco Baena Jiménez (Torrelaguna), queriendo hacer creer otra cosa... y de la que el autor no habría tenido conocimiento sin haber contrastado las "falsedades rigurosas" vertidas por Ríos Carratalá sobre su familia.