
El vídeo difundido en YouTube bajo el título “Intentan BORRAR la historia franquista (Caso Carratalá)”, publicado por un tal David Cot y promovido de forma supuestamente indirecta por el catedrático Juan Antonio Ríos Carratalá —quien lo difunde desde su blog con fecha 17 de mayo de 2025—, constituye una pieza más en la campaña de distorsión mediática iniciada hace años contra la figura de Antonio Luis Baena Tocón. Este montaje audiovisual no es una aportación histórica, sino una prolongación propagandística, plagada de falsedades, del mismo relato ideológico por el que Ríos ha sido condenado judicialmente en primera instancia por vulnerar el derecho al honor.
1. Un vídeo oportuno, una autoría encubierta
No es la primera vez que Ríos Carratalá intenta difundir su versión recurriendo a terceros. Ya lo hizo con una canción de tono similar. En ambos casos desliza públicamente su "esperanza" de que no haya nuevas demandas “contra quienes lo publican”, mientras se desmarca formalmente. Sin embargo, los términos, los calificativos y el enfoque del vídeo son calcados a los ya utilizados por él en artículos, entrevistas y libros. El rastro es evidente.
2. Difamación reforzada: una secuencia de falsedades
El vídeo acusa falsamente a Baena Tocón de:
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Ser un verdugo o colaborador de crímenes de lesa humanidad.
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Participar directamente en la condena de Miguel Hernández.
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Formar parte de un pacto de silencio en la Transición.
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Representar al aparato represivo del franquismo.
Todo ello carece de sustento documental. Baena Tocón fue abogado, no militar de carrera. Su participación como secretario en procedimientos judiciales respondía a exigencias formales de la normativa procesal de la época, como lo haría hoy un funcionario de justicia que estampa su firma en trámites que no decide. Nunca dictó penas, ni firmó sentencias, ni tuvo facultades de mando. La comparación con el policía que firma una denuncia ajena es exacta: la firma no implica autoría de los hechos.
3. Reescribir la historia, negar la persecución
En un ejercicio cínico, el vídeo niega incluso las persecuciones sufridas por Baena Tocón tras el asesinato de su padre a manos de milicianos republicanos. Se insiste en calificar a este funcionario leal a la República como una víctima “nacional” —según Ríos— y se ignora que jamás se corrigió ese error en sucesivas ediciones.
Más grave aún es que el vídeo acusa al hijo de Baena Tocón de iniciar una “persecución judicial”, cuando en realidad se ha limitado a ejercer su derecho constitucional a la tutela judicial efectiva. Es decir: se presenta como verdugo al demandante y como víctima al catedrático condenado, en una inversión moral tan burda como peligrosa.
4. Ataques a la jueza y desprecio a la justicia
El vídeo se suma al discurso de deslegitimación del proceso judicial: arremete contra la jueza que condenó a Ríos Carratalá, en línea con las descalificaciones ya vertidas por el propio catedrático. El objetivo es evidente: restar valor a la sentencia mediante ataques personales. Una estrategia tan conocida como reveladora.
5. El pretexto ideológico: memoria sin memoria
Se invocan lugares comunes: memoria democrática, antifranquismo, libertad de cátedra. Pero lo que se esconde detrás es una operación ideológica con nombre propio. Se niega el derecho al honor, se desprecia el principio de veracidad, y se convierte cualquier intento de refutar errores en censura o nostalgia autoritaria.
El vídeo incluso afirma que el demandante se molesta por que se relacione el nombre de su padre con la muerte de un personaje “querido”. No se trata de sentimientos. Se trata de que la relación es falsa. Baena Tocón no asesinó a nadie. Pero a Cot y a Ríos parece interesarles más sostener una narrativa que demostrar un hecho.
6. ¿Investigación o propaganda?
La denuncia de este tipo de vídeos no amenaza la investigación libre ni el debate histórico. Todo lo contrario: exige rigor, contrastación y respeto a los hechos. Nadie debe temer por publicar verdades verificables. Pero sí debería responder quien difunde mentiras deliberadas. Y el vídeo de Cot, difundido por Ríos, contiene muchas.
Se afirma que “la investigación está en peligro” por culpa del demandante. Lo que está en peligro es la verdad cuando se tolera la mentira como arma política o cultural. Cuando la historia se convierte en espectáculo de feria, lo que se erosiona no es sólo el pasado, sino la credibilidad del presente.
7. Una condena leve ante una campaña masiva
Ríos Carratalá ha sido condenado por una parte muy pequeña de lo que ha hecho. La sentencia es parcial, limitada, y no alcanza a cubrir la magnitud de sus publicaciones ni el impacto mediático que han tenido. Su estrategia ha sido siempre la misma: huida hacia adelante, blindaje ideológico, desprestigio personal del demandante.
Quien exige rigor, es atacado. Quien miente, se escuda en su cátedra. Y quien señala las falsedades, es acusado de censura.
8. Conclusión: lo que está en juego
Este vídeo no busca explicar. Busca confundir. No informa. Insinúa. No analiza. Condena. Y en su forma, fondo y difusión, podría ser incluso susceptible de una nueva demanda judicial.
Pero más allá de los tribunales, lo que aquí se juega es algo más serio: el derecho de cualquier ciudadano a no ser calumniado, a que la historia no se use como arma ideológica, y a que la justicia, cuando actúa, no sea convertida en blanco de una campaña de descrédito.
La verdad es demasiado importante como para dejarla en manos de quienes la usan como disfraz. Por eso hay que decirlo con claridad: no todo vale, ni en YouTube ni en la universidad.
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