
Título original: Un cuatrimestre ilusionante
Fecha: sábado, 30 de agosto de 2025
Enlace: https://varietesyrepublica.blogspot.com/2025/08/un-cuatrimestre-ilusionante.html
Modo de alusión
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No menciona a mi padre directamente, pero habla de su propio prestigio académico, de su “trilogía” sobre consejos de guerra y de proyectos donde ya ha anunciado capítulos dedicados a Antonio Luis Baena Tocón.
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Alusión indirecta: cada vez que repite sus actividades sobre Miguel Hernández o los consejos de guerra, revive el marco narrativo donde encajó falsamente a tu padre.
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Quiere contactar con jóvenes investigadores que le mostraron su solidaridad por lo sucedido en marzo, conociendo solo su falsa versión de lo acontecido.
Estrategia discursiva de Ríos Carratalá
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Autopromoción constante: presenta su “cuadragésimo tercer curso” como mérito casi heroico, con un tono de autocelebración.
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Prestigio por asociación: cita colegas extranjeros y revistas internacionales como escudo contra la crítica.
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Víctima y protagonista: contrasta entre su discurso de ilusión y el victimismo que suele cultivar (“cansado, jubilación, ataques a su libertad”).
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Repetición obsesiva: vuelve a Miguel Hernández una y otra vez, hasta el punto de convertirlo en una mina personal de publicaciones, aunque sin rigor ni rectificación.
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Memoria selectiva: anuncia un blog específico para “la memoria, que no la historia”, como si fuera él quien decide qué memoria debe prevalecer.
Puntos discutibles
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Su insistencia en los años de docencia parece más alarde de ego que mérito real.
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Lleva años repitiendo que está cansado, que quiere jubilarse, pero a la vez acumula proyectos como si fuera imprescindible.
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La “investigación” que difunde en su blog está llena de falsedades sobre Antonio Luis Baena Tocón.
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La amenaza de un nuevo blog dedicado a la memoria confirma su intención de seguir controlando el relato, sin espacio para voces críticas.
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El capítulo anunciado en La colmena dedicado a mi padre anticipa la repetición (y probablemente ampliación) de sus falsedades.
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Sus temas son siempre unidireccionales: represión franquista, víctimas “extrañas” o “bohemias”, pero nunca aborda con el mismo rigor (o ninguno) la represión republicana.
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El victimismo es recurrente: convierte en persecución lo que fue una legítima petición de rectificación (lo documento en mi entrada de blog La farsa de la colaboración, 2019).
Réplica narrativa: De la ilusión al victimismo: un cuatrimestre para seguir sin rectificar
La entrada del 30 de agosto de 2025 del catedrático Juan Antonio Ríos Carratalá en su blog Varietés y República, titulada “Un cuatrimestre ilusionante”, sorprende por su tono optimista. Bien está que alguien afronte con ilusión un nuevo curso académico. El problema no es la ilusión, sino el contraste con el victimismo al que nos tiene acostumbrados.
Durante años repitió que estaba cansado, que quería jubilarse, que había que dar paso a las nuevas generaciones. Ahora, en cambio, se presenta cargado de proyectos, congresos, artículos y libros. ¿Dónde queda el discurso de agotamiento? En la práctica, en un simple recurso retórico que sus voceros difunden para reforzar la imagen de académico perseguido e imprescindible.
Lo más inquietante no es su agenda de viajes ni sus colaboraciones internacionales, sino el anuncio de más publicaciones sobre Miguel Hernández y de un nuevo blog dedicado a la “memoria”. Memoria, sí, pero siempre la suya, la que selecciona y acomoda para sostener su relato. Porque en todas las entradas donde ha tratado a Antonio Luis Baena Tocón, nunca ha habido rectificación, solo repetición y amplificación de falsedades.

De todas sus actividades, destaca una: su participación en octubre en un congreso en Alcalá de Henares, donde —según dice— contará con la solidaridad de jóvenes investigadores “por lo sucedido en marzo”. Conviene recordarlo con precisión: en marzo de 2025 fue condenado en primera instancia por faltar al derecho al honor de una persona fallecida, mi padre, Antonio Luis Baena Tocón. No se tuvieron en cuenta todas las pruebas documentales aportadas, y aun así la sentencia le reconoció responsable, aunque solo por una mínima parte del daño causado. Hubo mucha solidaridad de personas que no saben cómo comenzó el problema, salvo la versión de Ríos Carratalá (a mí no me ha dado voz nadie, salvo alguna periodista demandada o su medio, después de haber publicado lo que le daba la gana, sin contrastar). Lo primero que debieran hacer los jóvenes investigadores es contrastar y tomar ejemplo de quien lo haga, que no es el caso. Más de un catedrático ha renegado de esa solidaridad, cuando ha tenido conocimiento real del conflicto, pues pensaban que se trataba de la versión creada por Ríos Carratalá (hay que felicitarle por su capacidad para convencer a otros y sorprende la falta de profesionalidad por dar credibilidad total a un colega, por el hecho de serlo)
Eso es lo que ocurrió en marzo: una condena judicial. Pero él lo traduce para su auditorio como persecución ideológica, como una jueza “de tiempos pasados”, como un ataque a la libertad académica. Y con esa retórica endulza a los jóvenes investigadores, haciéndoles creer que el riesgo está en que alguien les pida rigor, cuando en realidad el riesgo está en repetir falsedades sin contrastar.
Ese es el gran silencio: en lugar de reconocer su error —haber vinculado falsamente a mi padre con el consejo de guerra de Miguel Hernández—, anuncia incluso un nuevo capítulo en La colmena para reincidir. Nunca habrá leído tanto sobre Hernández como en estos años, y no por amor a la investigación, sino por la necesidad de blindar su bulo.
Conviene recordar lo que expuse en mi entrada La farsa de la colaboración (2019): https://www.antonioluisbaenatocon.es/l/la-farsa-de-la-colaboracion-2019/ , todo comenzó con un requerimiento mínimo de supresión de datos falsos. Su respuesta no fue rectificar, sino generar una campaña de victimismo y desprestigio: que si censura franquista, que si libertad de investigación en peligro, que si quieren borrar archivos históricos. De ahí hasta hoy, su victimismo se ha convertido en modus operandi.
Por eso, cuando ahora habla de ilusión, conviene leerlo en clave de contraste: ilusión por publicar, sí, pero ninguna disposición a rectificar. Ilusión por seguir multiplicando su obra, pero a costa de repetir errores. Un cuatrimestre ilusionante, sí, pero solo para él. Para los que defendemos la verdad frente a sus falsedades, el panorama sigue siendo el mismo: silencio ante lo esencial, victimismo ante lo accesorio.
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