FRAUDE HISTORIOGRÁFICO: CUANDO LOS SUMARIOS DICEN LO CONTRARIO

Publicado el 3 de septiembre de 2025, 8:50

Entradas originales:

  1. El periodista y novelista Alberto Marín Alcalde ante el Juzgado Militar de Prensa
    Fecha: 24 de noviembre de 2021
    Enlace:: https://varietesyrepublica.blogspot.com/2021/11/el-periodista-y-novelista-alberto-marin.html

  2. Virgilio de la Pascua, funcionario y periodista condenado a muerte
    Fecha: 28 de noviembre de 2021
    Enlace: https://varietesyrepublica.blogspot.com/2021/11/virgilio-de-la-pascua-funcionario-y.html


Modo de alusión

  • En los posts de su blog no menciona directamente a Antonio Luis Baena Tocón.

  • Pero en Nos vemos en Chicote (p. 192, ediciones 2015, 2019 y 2025) afirma falsamente que Alberto Marín y Virgilio de la Pascua “pasaron por las manos” de un juez y de un secretario —identificado en su narrativa como mi padre.

Estrategia discursiva de Ríos Carratalá

  1. Repetición como prueba: repite la misma afirmación en distintas ediciones de su libro y en su ecosistema bloguero, como si la reiteración bastara para convertirlo en verdad.

  2. Ampliación del bulo: al incluir varios nombres juntos (Valentín de Pedro, Virgilio de la Pascua, José Robledano Torres, Alberto Marín Alcaide, Joaquín Dicenta Alonso), extiende el alcance de la supuesta “eficacia represiva” de mi padre.

  3. Ficción literaria disfrazada de historia: utiliza fórmulas narrativas (“pasaron por sus manos”) que suenan literarias, pero que en realidad carecen de sustento documental.

  4. Blindaje académico: presenta el pasaje como “prueba de eficacia”, cuando los archivos demuestran lo contrario.


Puntos discutibles o falsos

  • Fraude historiográfico: en los sumarios de Alberto Marín y Virgilio de la Pascua, entre otros, no aparece ni el nombre ni la firma de Antonio Luis Baena Tocón, ni en instrucción ni en consejo de guerra.

  • El único caso en el que figura la firma de mi padre es Robledano Torres, y únicamente en fase de instrucción, como secretario militar obligado por destino, no como funcionario ni como parte del consejo.

  • Generalización falsa: al escribir “todos pasaron por sus manos”, convierte un caso puntual (y justificado por las circunstancias) en una regla, distorsionando la verdad histórica.

  • Persistencia en la falsedad: lo repite en tres ediciones del libro (2015, 2019, 2025), pese a que los documentos de archivo lo desmienten.

  • Silencio selectivo: en sus entradas de blog, nunca rectifica ni corrige esta atribución, a pesar de haber sido advertido.

Réplica narrativa: Fraude historiográfico: cuando los sumarios dicen lo contrario

 

En las entradas de noviembre de 2021 sobre Alberto Marín Alcalde y Virgilio de la Pascua, Ríos no menciona directamente a mi padre. Pero basta abrir su libro Nos vemos en Chicote (p. 192) para leerlo:

“Todos pasaron por las manos de un juez implacable y un secretario empeñado en buscar las huellas de los delitos en la Hemeroteca Municipal de Madrid.”

 

Ese “secretario” no es otro que Antonio Luis Baena Tocón, a quien Ríos vuelve a señalar en un ejercicio de ficción literaria presentada como investigación histórica.

La realidad es muy distinta. La consulta de los sumarios en el Archivo General e Histórico de Defensa, aportados como prueba en la demanda civil (Doc. 35), lo demuestra:

 

  • Virgilio de la Pascua Garrido (Sumarios 6356 y 2717): no figura Antonio Luis Baena Tocón.

  • Alberto Marín Alcalde (Sumario 23830, Legajos 2058 y 3080): no figura Antonio Luis Baena Tocón.

  • Valentín de Pedro: (En las cuatro causas en Madrid con este nombre y de segundo apellido Benítez, corresponden tres a: Sumario 13919/Caja 3289; Sumario 15519/Caja 2272 y Legajo 2257/Sumario 15119, y una causa con segundo apellido Antón con Legajo 4161/Sumario 5791) no aparece Antonio Luis Baena Tocón ni su nombre, ni su firma, ni en fase de instrucción y mucho menos en consejo de guerra, pues no estuvo en ninguno.

  • Joaquín Dicenta Alonso: tampoco figura el nombre ni la firma de Antonio Luis Baena Tocón.

  • José Robledano Torres: el único caso en que figura, y solo como secretario del juez instructor en instrucción, obligado por su servicio militar.

Decir que “todos pasaron por sus manos” es, por tanto, absolutamente falso. No es un matiz: es un fraude historiográfico repetido en tres ediciones de un mismo libro y reforzado indirectamente en su blog.

 

 

No hablamos de un simple error, sino de la construcción deliberada de un relato: exagerar un caso puntual hasta convertirlo en norma, difundirlo como verdad académica y ocultar los documentos que lo desmienten.

Un investigador serio habría rectificado al primer aviso. Ríos, en cambio, prefirió multiplicar la falsedad y venderla como “prueba de eficacia represiva”. Lo que los sumarios desmienten, él lo repite. Y así, lo que debería ser historia rigurosa se convierte en propaganda ideológica.