PANFLETOS, OMISIONES Y TRILERISMO ACADÉMICO

Publicado el 12 de octubre de 2025, 23:25

La verdad que no cuentan ni la Asociación de Historia Contemporánea , ni el catedrático de Literatura Española de la Universidad de Alicante, Juan A. Ríos Carratalá

Hay historias que no nacen en los archivos, sino en las trincheras ideológicas. Y hay falsedades que no se sostienen con documentos, sino con altavoces mediáticos. La mía es una de ellas: desde 2019 el nombre de mi padre, Antonio Luis Baena Tocón, y el mío propio han sido arrastrados a una guerra de trincheras ideológicas iniciada por Juan Antonio Ríos Carratalá, no por mí..

Durante años he soportado en silencio que Juan Antonio Ríos Carratalá difundiera falsedades sobre mi padre, Antonio Luis Baena Tocón, presentándolas como si fueran “verdades históricas”. A eso lo llamó “investigación académica”. A mi protesta —documentada, razonada y fundada— la llamó “censura” y “ataque a la libertad de expresión”. Él tuvo todos los micrófonos y tribunas mediáticas; yo ninguno y fui censurado y silenciado.



I) El origen de una gran mentira mediática (2015–2019)

No empecé yo. Se impuso un relato ideológico de Ríos Carratalá y amplificado. Mientras a Ríos le abrían puertas, a mí me las cerraban. Que le pidan explicaciones de lo que alegó sobre mí para que nadie me diera voz, porque yo no tuve la oportunidad de pronunciarme… No pedí borrar archivos ni reescribir la historia: pedí rectificar falsedades documentales. Ese fue el “pecado imperdonable”. Véase (1) y (2).

No pedí borrar la historia; pedí que no mintieran sobre ella.

II) El altavoz: panfletos sin contraste

En octubre de 2025, la Asociación de Historia Contemporánea (AHC) publica un panfleto sobre una “sentencia a favor de la historia”, actuando como altavoz ideológico, difundiendo panfletos sin contrastar. Lo que no dicen es más importante que lo que repiten. Omiten resoluciones que desmontan la narrativa de Ríos y llenan el texto de consignas: “libertad de expresión”, “derecho a investigar”, “memoria histórica”. La AHC no contrasta, pontifica.
Ríos, como siempre, actúa de altavoz. Véanse (3), (4) y (5).

III) Lo que dicen las sentencias (y ellos callan)

La contencioso-administrativa de Alicante dejó acreditado:
– que mi padre era abogado,
– que no formó parte de ningún consejo de guerra,
– que no pidió condena para nadie.

Nada de esto aparece ni en el comunicado de la AHC ni en los textos de Ríos. Tampoco hablan de la sentencia civil de Cádiz (marzo de 2025). Prefieren el eslogan al documento. Sobre el “tengas pleitos y los ganes”, véase (6).

El silencio sobre las sentencias es tan elocuente como las falsedades que repiten.

IV) Cuando recurrir a la justicia se usa en tu contra

Recurrir tiene costes reales. A veces una instancia se inadmite por razones formales y sin explicación pública clara. Luego usan eso como arma (“no tenía razón de fondo”), aunque no se haya entrado al fondo. Y si los papeles se invirtieran, ya sabemos el escándalo. Cuando las insinuaciones vienen de ellos, silencio.

Si un ciudadano pierde una instancia, lo exhiben como trofeo.
Si un catedrático insinúa que una jueza es “franquista”, ni un titular.

V) Trilerismo y retórica

Unos hablan de cinco procesos; otros, de tres. La cuenta da igual: lo crucial es el ruido para tapar el fondo. Se presentan como víctimas de censura quienes han gozado de todos los altavoces. “Libertad”, “investigación”, “memoria”… como escudo para esquivar los hechos.

VI) El coste humano y moral

No es una polémica académica: es una herida real. Años de difamación pública, silencio institucional y cobardía mediática. Mientras ellos jugaban con palabras, yo vivía las consecuencias. Véase (7).

VII) Conclusión

La historia no se defiende con consignas, sino con archivos y honestidad. La libertad de expresión no ampara la falsedad. El derecho al honor no es un capricho.
La repetición no convierte una falsedad en verdad. El silencio sobre una sentencia no la borra.

La verdad no necesita panfletos, solo documentos. 

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