Durante años, ciertas asociaciones y voces académicas han presentado falsedades sobre mi padre, Antonio Luis Baena Tocón, como si fueran hechos históricos incuestionables.
Mientras esas falsedades se amplificaban en medios y blogs, mi versión fue sistemáticamente silenciada.
Ahora, en lugar de rectificar, publican panfletos envueltos en solemnidad académica.
El 8 de octubre de 2025, la Asociación de Historia Contemporánea (AHC) difundió un comunicado titulado:
“UNA SENTENCIA A FAVOR DE LA HISTORIA: ‘Derecho al olvido’ vs derecho a la investigación y al conocimiento de los hechos del pasado” (1).

En apariencia, se trata de un texto institucional impecable, lleno de referencias a la “libertad de investigación” y al “rigor historiográfico”. Pero detrás de esa fachada no hay ni una sola línea sobre los hechos judiciales que desmienten el relato que han defendido y amplificado durante años.
Evidentemente, La AHC invoca el rigor y la libertad de investigación… mientras omite las sentencias y los hechos que desmienten el relato que ha apoyado.
I. El “rigor” que no existió
El comunicado arranca como un manifiesto académico: invoca el rigor, la ciencia y la memoria histórica.
Pero el primer rigor que deberían haber aplicado es el de contrastar. El 08/10/2025 la AHC publica su comunicado (1). Palabras solemnes sobre “método” y “ciencia historiográfica”.
Pregunta sencilla: ¿dónde estaba ese rigor cuando se difundieron falsedades sobre mi padre?
La liturgia del “rigor” no la han hecho. Ni ahora, ni cuando comenzó esta historia (Solo de palabra).
Cuando Ríos Carratalá difundió falsedades sobre mi padre —presentándolas como hechos históricos— esta misma asociación no pidió contraste alguno, no cuestionó nada, no consultó documentos, no mostró prudencia.
Ahora, cuando hay resoluciones judiciales que desmontan su relato, se limitan a publicar un panfleto lleno de eslóganes.
II. El silencio como método
La sentencia contencioso-administrativa de Alicante acreditó hechos muy claros:
-
Mi padre era abogado.
-
No formó parte de ningún consejo de guerra.
-
No pidió condena para nadie.
La sentencia civil de Cádiz (marzo de 2025) reconoció, además, la intromisión ilegítima en el honor de mi padre, y ordenó rectificación e indemnización.
Nada de esto aparece en el comunicado de la AHC.
Ni una línea. Ni una referencia.
El “rigor” se convierte aquí en silencio selectivo y en el rigor selectivo: lo que desmonta el relato, se calla.

III. Libertad de expresión… para unos pocos
La AHC habla del derecho a investigar y divulgar hechos históricos como si estuviera defendiendo una causa noble.
Pero omite cuidadosamente que esta historia no comenzó con un debate académico, sino con la difusión de falsedades ideológicas sobre una persona fallecida, sin contraste ni prueba.
Mientras tanto, la voz de quien pide rectificación documentada —yo— ha sido sistemáticamente silenciada en medios y espacios académicos.
Libertad de expresión sí… pero para unos pocos. ¿Contrastar?, conlleva gastos, trabajo, esfuerzo, molestias y el corporativismo está por encima de la verdad en muchos casos, especialmente si hay ideologías por medio que nos pueden hacer la vida imposible...
IV. “Derecho al olvido” como cortina de humo
La asociación presenta el “derecho al olvido” como si fuese una amenaza a la investigación histórica. El verdadero antagonista de la historia es la falsedad.
Pero aquí no hay “olvido” alguno: lo que se ha reclamado es veracidad, no censura.
Rectificar una falsedad no es borrar la historia.
Es dejar de deformarla.
El argumento del “derecho al olvido” es, en realidad, una coartada retórica para blindar su relato y no rendir cuentas de lo que no han querido contrastar.
V. El megáfono final: Ríos Carratalá
Como viene siendo habitual, dos días después —el 10 de octubre de 2025— el comunicado fue amplificado por Juan Antonio Ríos Carratalá en su blog personal (2), en la posdata de su entrada titulada “El sumario colectivo de los periodistas alicantinos”.
Así funciona el engranaje desde hace años:
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Una asociación lanza un panfleto.
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Ríos lo amplifica desde su plataforma personal.
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Ciertos medios y sectores afines lo replican sin contraste.
¿Resultado? La falsedad vuelve a circular como si fuera un hecho histórico consolidado.
VI. Epílogo irónico (pero muy real): megáfonos en cadena.
Dos días después, 10/10/2025, Ríos lo difunde en su blog (2) -La cadena funciona: asociación escribe → catedrático amplifica → medios repiten. ¿Contraste? Ninguno.
Hablan de “rigor” los que callaron cuando debían contrastar.
Hablan de “libertad de investigación” quienes han difundido un relato sin documentos o con manipulación interesada de los mismos y con mucha ficción ideológica.
Hablan de “historia” quienes han ignorado sentencias que desmontan su discurso.
Lo que no les conviene, lo silencian.
Lo que les sirve, lo amplifican.
Y lo llaman libertad.

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